jueves, 28 de marzo de 2013

"Fular blanco"

Sentí el arder del cóctel molotov en mis mejillas. Lo acababa de lanzar bien lejos, pero el fuel-oil y su eflujo acariciaban mi cara con suavidad. Mi piel, blanca como la cal, se enrojeció, pero no por el fuego, sino por la excitación. Acababa de tirar a unos manifestantes violentos de extrema izquierda una bomba incendiaria. Ahora me querrían matar. Temblé por un minuto y miré a Iziar. Tras su fular blanco, me miró con sus ojos azules y los rasgó al igual que cuando me sonreía. "Te querrían matar igual porque no piensas como ellos", me pareció adivinar.

Corrí un poco lejos. Mientras veía a dos comunistas caer calcinados por el fuego y siendo auxiliados por unos cuantos de sus correligionarios, Iziar miró al cielo gris de Guadosalam. En ese momento se tiró encima mío, acabando las dos en el suelo, cara a cara, ojos azules contra ojos verdes, ojos arios contra ojos persas, pero ambos venidos del mismo lugar mágico e hipnótico como el fuego de queimada.

Vi rebotar un adoquín cerca de nosotras y supuse que tampoco teníamos mucho tiempo. Aquella manifestación, liderada por aquellos que querían destrozar nuestras vidas, nuestros estudios, nuestra patria...
Iziar me ayudó a levantarme y corrimos juntas hacia donde un viejo Peugeot 405 negro nos esperaba. Subimos raudas al asiento trasero y nos alejamos de esa horda lo más rápido posible.

—¿Cómo se siente haber atacado a aquellos que quieren quitarnos nuestro pan y nuestro país?—preguntó Iziar, fría como el tempano. Al apartarse el fular blanco, me miró con inmensa elegancia. Sus rizos negros, de esas cosas que hacen que los hombres matasen, cayeron sobre sus hombros y vi como se hacía una trenza, esperando pacientemente una respuesta.

—Esto...

Cuando acabó la trenza, me miró a la cara y me dijo:

—A nadie le gusta la violencia. Pero, para bien o para mal, hemos nacido en la ciudad que es el ojo del huracán. Primero vapuleada por Yevon, luego por los spireses y luego oprimida por los ansémicos. Por fortuna, somos un país federal, así que independizarnos sería más fácil. Nadie echaría de menos a Macalania dentro de este país, porque en todo el país nos entienden, menos en Ansemópolis. Ellos creen que manteniendo esa Federación salvan a Macalania, cuando, como has podido ver—me abrazó— tenemos sangre en las venas. No les necesitamos, ya que cuando no nos quieran, nos abandonarán a su suerte.

Mientras me abrazaba, noté que me metía la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón vaquero. Temblé como una idiota y sentí que me encendía. Si no fuera porque Eric, quien se abría paso por el intrincado tráfico de Guadosalam con el Peugeot, estaba allí, probablemente me hubiera sentido tentada por el mundo de los amores prohibidos entre mujeres.  Los cristales tintados nos servían de refugio para nosotros tres. Eric, parecía divertirse al ver la escena del asiento trasero. Sonrió en el semáforo y dijo:

—No seaís tímidas. Si tenéis la necesidad, adelante. Yo como si estuviera ciego de la parte trasera.

Iziar sacó mi cartera de la parte trasera de mi pantalón. Miró mis carnets: El de Identidad, el de la Biblioteca de la Universidad, el de la Biblioteca del Estado... Sonrió al ver mis fotos y dijo,
—Señorita Iris Saint-Just Blazquez-Guado, es usted más guapa en persona que en las fotos de sus carnets... Aquí tiene uno para romper esa tendencia.

Ví el carnet que sacaba de la chaqueta. Era un blanco, con un emblema que conocía bien y unas letras que ponían "JUVENTUDES NACIONALISTAS DE MACALANIA - Sección Juvenil del PNG".

Lo metió en la cartera y me volvió a meter la cartera en el bolsillo. Eric luchaba por contener la risa. Sus ojos decían: "Que se besen, que se besen".

Esa tarde tan violenta fue la tarde en la que los ansémicos nos abandonaron.

La tarde en la que se traicionó al pueblo guado y a todos los macalaneses.



domingo, 24 de marzo de 2013

6 meses, 1 semana, 5 días: LA REVOLUCIÓN DE LAS ORQUÍDEAS

Con especial cariño a The Composer of Darkness



Hola a todos:

El llamativo título de la entrada es el tiempo que llevo estudiando Medicina. Cuando empecé el curso, nunca pensé que ni estudiaría tanto, ni que duraría tanto ni que cambiaría tanto. Las experiencias vitales que he vivido en esta facultad han sido probablemente las más intensas de mi vida. Nunca olvidaré bajo ningún concepto estos primeros seis meses de carrera.

El 12 de septiembre de 2012 empezó el primer cuatrimestre. Anatomía I, Biología, Bioquímica I, Fundamentos de Investigación e Historia de la Medicina fueron las asignaturas que debía superar en ese momento. La primera clase de Anatomía fue para mí lo más parecido a oír chino que he visto en mi vida. No me enteré de nada. No hablemos de la segunda, relacionada con la Embriología base que todo estudiante de 1º debe manejar. Como dijo cierta magistrada: "Era evidente que la sala no ha entendido ni papa". Me veía pencando alguna y yendo a Julio. Pero eso no era lo peor. Los pobres rezagados que se habían quedado por el camino y a los que fui conociendo no me daban ninguna seguridad sobre mi permanencia en la carrera.

Para colmo de mis males, soy una persona que los cambios los llevo mal. Mi llegada a Medicina implicó conocer gente nueva. No me importó hablar un poco, pero creo que me excedí un poco. Entonces aparecieron nombres como por arte de magia: Enrique, Juanpa, Julio, Almudena, Dámaris, Juanjo, Inma, Alberto, Maribel, Vicente, Matilde... Un montón de personas que no conocía de nada entraron en mi vida de golpe. Y, la tendencia fue que, por cada chica que conocía, conocía a una muchacha idílica, con el cerebro de un Mac y con el físico de una modelo. Lógico que me acabara enamorando, conociéndome lo verde que andaba y las ganas que tenía de encuentro amoroso. El niñato volante del pañal y la venda en el ojo no se hizo esperar y una muchacha llamada Nuria fue la primera elegida por mis ojos... Cuando su único cometido fue hacerme el amable favor de comprarme unos apuntes en una copistería que me pillaba lejos de casa.




La escalada fue en aumento y ante la presión que me provocaba todo, me declaré a Nuria. El rechazo fue mayúsculo, pero al menos no fue tan mal como las otras veces que me he declarado a una chica. Ahora esta muchacha y yo nos llevamos bien y no hay ningún tipo de fricción.

Lo sentimental fallaba, lo académico parecía que se iba a pique... Me encerré mucho tiempo en mi casa y salí un par de veces con los de mi facultad. Entonces llegaron los primeros parciales: Contra todo pronóstico, aprobé las cinco. No me lo creía. Sólo suspendí un exámen que no era excesivamente vinculante que era el práctico de Anatomía. Mientras otros se la pegaban, yo me salvaba. Medicina no era invencible. Eso me dio confianza para intentar integrarme, salir con la gente de mi facultad, y, como no, a intentar conseguir el cariño de alguien.

Conocí a una chica llamada Ana. Creo sinceramente que es la mujer más guapa que me he echado a la cara.  La descripción la dejo a vuestra imaginación, porque tampoco es cuestión que se me identifique en demasía. Solo recalco en la siguiente frase: Es el verbo en carne viva.

Ana tenía novio, y yo lo sabía, pero me dije a mi mismo, otra vez engañado por el cegato volante: "Dile lo guapa que es. No creo que un piropo la ofenda". Bacarrá. Se ofendió y no me habló otra vez hasta que acabó el cuatrimestre. Ahora tengo una buena relación de cortesía con ella.

La segunda mitad del cuatrimestre pasó como quien no quiso la cosa: Estudié, salí con la gente... Pero confieso que no me gustaba mucho el plan de dichas salidas: El faranduleo, la disco, el salir por cojones, los peregrinajes al Disco-Pub de moda como si fueran al santuario de Czestochowa no me gustaba nada. Me sentía totalmente alienado: Yo, antes de empezar la carrera, era un friki. Ahora, había perdido mis aficiones gradualmente. Había cedido al ambiente. Me negaba a compartir mis aficiones. Si no oculté mis ideas, oculté mi gusto por el "Final Fantasy", la cultura japonesa... Pero bueno... Supuse que nada podía ser para siempre e hice nuevos amigos en esa tesitura.

Llegaron los segundos parciales y los finales y mejoré las notas con respecto a los primeros (salvo el examen de Bioquímica, que suspendí, pero que me dio la media), acabando el cuatrimestre de forma ejemplar con notables en Anatomía, Fundamentos y Biología, un aprobado (Bioquímica) y un Sobresaliente (Historia). Había vencido. Era hora de volver a la cuestión social y resolverla.

Ante el poco exito que tenía entre mis compañeras, decidí tentar a la suerte con una chica llamada Silvia, de segundo de carrera. Tras el batacazo de Ana (Bautizado por mí el "Huracán Anita"), busqué el extremo opuesto en personalidad. Silvia era dulce y apocada, pero muy bonita. Lo suficiente como para atraerme con sus magnéticos ojos azules. Confieso haber sido un poco hijo de la gran puta esta vez, porque me aproveché de un ataque de debilidad suyo para forzar una cita con ella. Me rechazó de pleno y por otros avatares que dejo a la imaginación, ella se enemistó estúpidamente conmigo y no me ha vuelto a hablar. Si quiere hacer las paces, estoy abierto a la reconciliación.

Lo peor del "Incidente Silvia" es que en el transcurso de él, yo y un viejo amigo mío, estudiante de segundo, reñimos y se enfadó mucho. Estuvo varios días sin hablarme hasta que al final me volvio a hablar y le conté mi versión de la historia. 

Este amigo mío me introdujo en el ambiente médico y le estaba muy agradecido por todo el apoyo que me había dado para entrar. En el tiempo que éste estuvo sin hablarme, me dediqué básicamente a estudiar y a no relacionarme con nadie. Creo que fue ese momento en el que decidí y opté por hacerme un poco hombre y cargar con las consecuencias de mis actos y estupideces de niño: Acababa de agotar mis cartuchos sentimentales ("Silvia" me llegó muy hondo y "Anita" me había dejado bastante acongojado). Por si fuera poco, no tenía amigos allí. Entre pitos y flautas, me refugié en otras personas que fui conociendo en mi estancia allí, como "el clan de las Toledanas", Vasile, Vicente, etc. Me juré también a mí mismo no volver a enamorarme.

Y hoy, 24 de marzo de 2013, a las 3,26 horas, sigo escribiendo esta entrada. El lunes tengo los primeros parciales del segundo cuatrimestre, siendo las asignaturas de Fisiología e Histología las primeras que me reclaman para evaluarme, que espero que se me den bien, más que nada por las horas que les he dedicado a ambas. Llevo sin salir con la gente de mi facultad desde que empezó el cuatrimestre. Tengo que volver a recuperar con ellos la diplomacia, más que nada para que no me echen de la clase (risas).

Las consecuencias de ir allí siendo un poco membrillo, sin madurar y demás cosas se notaron mucho: Ahora voy mejor, pero vi como mi pasado como otaku se alejaba. Vi como mis horas de estudio se multiplicaban y mi cabeza también conocía conexiones neuronales que no creía tener. Ví con mis propios ojos a las mujeres más bellas que he visto nunca y ví como entre mis manos se escapaban como el aire... Y todos esos momentos no se  han perdido con el tiempo como cada segundo que pasa, sino que siguen allí. Mi pasado de no encajar sigue allí. Mi carácter sigue allí. Mis aficiones, mis deseos carnales, todo sigue aquí. Y la independencia fue una opción válida, y el amor fue erradicado de mi pecho y Cupido condenado a morir en en la horca... Acababa de empezar la Revolución de las Orquídeas. Y el objetivo es la Reafirmación de mi soberanía, de mi libertad, de mis señas de identidad, que creí perdidas cuando entré aquí.

¿Quieres ser soberano? ¡Claro que sí, como el Quebec! (Algún día haré mi consulta soberanista XD, a ver si la gano)

En este periodo de tiempo he hecho:

- 3 intentonas de amoríos.
- Un número de 12 exámenes test.
- Más de 1000 páginas en mi cabeza.
- Más de 50 personas conocidas.
- Un Proceso Soberanista En Curso.
- Desear ser médico de corazón.
- Powerpoints a mansalva.
- Teoría política y psicológica de andar por ambulatorio y de andar por casa.
- Conocerme mejor a mí mismo.
- Ser más realista.

Pues sin nada más que añadir, me despido de vosotros. No ha sido facil, pero tampoco horrible mi estancia aquí. Un abrazo y os veo más adelante. Hasta luego y sed felices.

Seguid la Revolución de las Orquídeas en Twitter: @MikisMedCat




domingo, 17 de marzo de 2013

Privarse de lo innecesario a nivel sentimental.

¡Saludos, gentes desorientadas! Hoy voy a hablar de algo que nos puede ayudar a hacernos más felices y dichosos. A veces, nos sentimos como que llevamos demasiado lastre de emociones, como que nos arrastrara insondablemente (los que sufran con la memoria interna de su móvil Android saben a qué me refiero xD). Esta vez, el tema que nos ocupa se basa en esta frase que extraigo ahora mismo de "El Árbol de la Ciencia", del maestro Pío Baroja:

"—Antes éramos ricos—se dijo cada alcoleano—. Ahora seremos pobres. Es igual; viviremos peor, suprimiremos nuestras necesidades".

Este estoicisimo ayudó a hundir a los ciudadanos de Alcolea del Campo, pero quizás este estoicismo pueda servir para ayudar a personas con problemas, tales como desamores, faltas de amigos, escaso asentamiento sentimental... La solución para ellos es la SUPRESIÓN DE NECESIDADES, es decir, vivir con menos para vivir menos asfixiado. Y esto se puede aplicar también a los sentimientos.

ADVERTENCIA: NO SOY PSICÓLOGO, SINO ESTUDIANTE DE MEDICINA. SIMPLEMENTE ESTOY HABLANDO DE ALGO POR HABLAR, DE UNA TEORÍA DISEÑADA POR MÍ MISMO Y DE FÁCIL APLICACIÓN A TODO BICHO VIVIENTE.


La supresión de las necesidades afectivas y sentimentales se basa principalmente en dos procesos: la racionalización y la restricción.

Racionalizar una cosa supone quitarle la importancia que tiene en exceso. Supongamos que a alguno le gusta una chica. Antes de decirle nada y pedirle de salir, se debe pensar: "¿De verdad quiero compartir con ella algo?". Si la respuesta es "realmente no, lo que quiero es una niña rica a la que follarme", el sujeto debe desistir y que la criatura no pase nunca de una turbulenta fantasía sexual de noches de lujuria y sábanas pintadas de blanco". 

La segunda parte la denomino yo "restricción". Si hay algo que te produce malestar, que te preocupa, que te quita de vivir, de disfrutar de tu existencia plenamente, de tu soberanía... Más vale que reprimamos ese ansia pensando: "Eso está prohibido". No es que no podamos. Es que nos lo prohibimos radicalmente. Así funciona de simple. Supongamos que el sujeto insiste en querer pensar que esa muchacha le va a abrir las puertas al cielo. Pero si piensa: "el amor es una emoción fútil e innecesaria, además de asesina de hombres y mujeres buenos y justos. Lo justo y necesario es que esté prohibida. Quiero que el amor sea prohibido, y, por ello, yo me lo prohibo". 

En la restricción se puede aplicar también la famosa máxima del revolucionario: "Actúa y vive como si ese mundo idílico que pretendes traer al resto de la Humanidad existiera en este preciso instante". De esta forma, el sujeto que estamos poniendo de ejemplo no desarrollará de primeras una actitud amorosa y se mostrará fuerte y estable. Una prohibición radical es mejor que cualquier trauma del tipo "no voy a poder". Es mejor decir: "Está prohibido". 

Esas tácticas son las mejores para llevar una vida plácida. Y no por ello renunciar a los placeres de la carne: El sujeto puede pensar "¿Quién quiere una novia pudiendo pagar a una muchacha en edad de merecer para que le eleve a los cielos en la cama? ¿Quién necesita afecto teniendo soberanía y dominio?". Es un acto mínimo de egoísmo que todo ser humano necesita de vez en cuando practicar.



La actual sociedad impone estereotipos a veces muy crueles y muy malévolos. Por ello, es mejor mostrarse un poco olímpico, estoico, que débil, frágil, y altamente manipulable. El amor de verdad, sin interés, así como todo lo demás, escasea. Es mejor jugar bien las cartas y ver lo que la existencia da de sí bajo las reglas básicas siguientes:

1. El amor es un simple deseo sexual.
2. No tener emociones es sinónimo de estabilidad.
3. Ámate a tí mismo. Eres quien queda.

Muchas gracias por leerme. Nos vemos.