(La neutralidad afectiva no se debe confundir con la indiferencia afectiva. Si sientes que te la suda todo, ve a un psiquiatra de forma urgente y probablemente te ingresará en Agudos por un episodio depresivo mayor o por un trastorno bipolar tipo II en fase depresiva)
La neutralidad afectiva es una idea revolucionaria cuyo principal objetivo es reducir la vinculación psicológica con el mundo y darles el valor que realmente poseen. No es un valor monetario. Es un valor emocional. No significa para tí lo mismo una persona que se acuesta contigo y te dice te quiero que una persona con la que trabajas y lo único que hablas con ella es de temas de trabajo. No es lo mismo para ti una persona con la que sales para divertirte en la noche que una persona con la que cuando sales de trabajar, desaparece de tu existencia. Neutralidad afectiva es equilibrar tus instintos más básicos, haciéndolos potentes cuando de verdad han de hacerse y pararlos cuando no sean necesarios. Es la inteligencia del hervíboro. Focalizar en tí, sintiendo una suave nada en tu interior. Es tener certeza de que nada te puede perturbar porque tú eres esa nada. Es enfocar el foco a tus éxitos y no a tus fracasos. Es estar en el mundo cuando no estás realmente. Es ser tú mismo en tus circunstancias, neutro ante lo que puede pasar, saber que nada vale tanto la pena como tú mismo. Esperar lo imprevisto. Seguir adelante. Progresar y conservar. El alfa y el omega. Pasar del corazón y el cerebro y volverse columna, hidroxiapatita cálcica, permanente, apenas inmutable, salvo por las múltiples desintegraciones del carbono-14. Hueso puro y duro. Ser el piloto automático de tu existencia.
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