lunes, 2 de febrero de 2015

¿Y mi cursi? ¿Dónde está mi cursi?


Paolo Chiese, lider de los Podemitas y nuevo Mussolini de carnaval. Foto gentileza de La Gaceta (R) de Intereconomía.

31 de enero de 2015, llamado por los podemitas "Año del Cambio" (A semejanza de los Años de la Revolución comunistas o Años Triunfales del franquismo). En el escenario de la Puerta del Sol, el líder de la secta más popular de España sube al escenario y habla. Pero no habla con las mañas de Jesucristo laico con el que lo conocí yo, con un sonsonete suave, apelando a los buenos sentimientos de las personas, con amor y comprensión al ser humano, todo ello "peace and love y el Plus p'al livin' room". Yo me encontré a una versión perroflauta de Hitler gritando y con gesto fiero, desencajado, como si las cosas no fueran tan bien como lo que les había contado "El Coletas" a los 150000 acólitos que logró reunir. No pareció un mitin convocado por cualquier partido político del mundo en posición política adecuada para ganar unas elecciones, sea de La Casta (TM) o no de la casta. Un mitin en el que repitió consignas. Repitió el mismo fragmento en griego del discurso que leyó el viernes antes de la victoria de Alexis Tsipras en las elecciones generales. Alabó el programa que estaba llevando acabo SYRIZA en Grecia, el cual posee un Estado del Bienestar sobredimensionado para sus diez millones de habitantes y que dice no querer pagar a gente como Cheng, ese obrero chino sin ninguna cobertura social que destina gran parte de sus ahorros a un fondo de inversión que invierte en Grecia con la esperanza de tener más dinero para mejorar su vida. 

El Pablemos que vi en en ese escenario era prácticamente sustituible por Hitler o Mussolini. De hecho es que su programa se asemeja horrorosamente al de Hitler. Cuando el canciller del Tercer Reich llegó al poder, su primera medida fue la famosa renta básica, para que los pobres de Alemania pudieran tener una vida. También amplió el número de bibliotecas de 7000 a 23000, para que su pueblo se formara. Pero claro, ¿de dónde sacó el dinero para financiar esas obras sociales de gran calado? De un sitio donde Pablo no podrá sacarlas: De países más débiles a los que explotar, robándoles la riqueza y la libertad de una forma injusta y totalitaria, que costó la vida a millones de inocentes. Vi un Pablo subido a la parra, que no hablaba a su pueblo al igual que lo hiciera Jesucristo. No vi a mi cursi favorito. Vi a un líder totalitario en potencia, que parece saber cosas que los periódicos de La Casta (TM) y los tertulianos de las televisiones conservadoras no parecen saber o saben ya y no lo quieren decir para forzar elegir entre el PP (el ébola) y Podemos (el sida): Pablo Iglesias y su formación están perdiendo fuelle y se están desinflando. La gente, tras sucesivas entrevistas, tras los escándalos de la gente del entorno de Iglesias (Tania la mejor hermana del mundo, Juan Carlos Billetero, Iñigo el estafador), se va dando cuenta de qué clase de gente son. Y si digo la verdad, me alegro. Porque este partido no debería poder sacar más de sesenta escaños con ese domingo.  Sin embargo, no me alegraría tampoco que desaparecieran. ¿Por qué? Porque este es el único partido que la casta teme y siempre comete el fantastico error/acierto de tener en la boca las 24 horas del día a los pobres, los siempre olvidados por la casta. 

En el escenario de Sol ha habido una muerte. La muerte de un cursi a manos de un ego totalitario y narcisista. Veremos a ver qué le queda a ese Mussolini de carnaval en un futuro muy próximo.


domingo, 1 de febrero de 2015

Noche de guardia.



Salí a la cafetería. Era de noche y afortunadamente no había demasiado trabajo. Allí estaba ella. Sentada, sola en una mesa. Las cocinas estaban cerradas, pero era un buen sitio para descansar, para simplemente hablar. Cogí un café en la máquina. Y me senté frente a ella. Estaba llorando. Me mantuve en silencio. Decidí que era buena idea dejar que llorara un rato. Al final, le dije lo que quizás estaba esperando oír:

—No puedes pedirle más.

Ella levantó la mirada de la mesa entre sollozos y me miró.

—No puedes pedirle más a alguien que está de vuelta de todo. No obstante, has sido muy valiente en pedirle formar parte de su vida a alguien así. Además, no te culpes. No sabías que tenía esa historia detrás.

En silencio, ella dejó de sollozar. Se ajustó el escote del pijama del bloque quirúrgico (al parecer no había tallas para ella y se puso una camisola enorme) y dijo:

—¿Qué clase de arpía le rompe el corazón a alguien como él?
—Por lo que puedes ver, una puta, y bien gorda. Los disparates que te dijo son propias de él. Él no reconoce a ninguna mujer como interlocutora válida. Te recomiendo que recojas los trozos de tu corazón del suelo y sigas con tu vida. Al menos hasta que encuentres a otro al que quieras dejarle que te cuente los lunares y que haga algo más.

Entonces ella se levantó, se acercó a mí y me agarró de las solapas del pijama, forzándome a levantarme. Me empotró contra una de las columnas de la cafetería y me besó. Cuando me dejó tomar aire mientras me devoraba con la mirada le dije:

—Me siento halagado, pero si sales conmigo, crearás la imagen de que todo es absolutamente posible. Mírate: ¡es que todos te desean, ya sea como amiga, como amante o como madre de sus hijos! ¡Búscate a otro que te pueda hacer feliz!

—Quiero que me hagas feliz tú. —dijo abrazándose a mí.
—¿Sabes lo que eso significa, verdad? ¿Estás segura de querer estar en la boca de todos, dando de qué hablar, dando esperanzas a los que no pueden esperar nada por la inexorable ley de este cochino mundo?
—Sí.
—Entonces te acompaño. No quiero que te lleves los palos tú sola.

Y dicho esto volvimos al bloque quirúrgico.