Nuestros padres nos han enseñado a hablar, y el mundo a callar.
Proverbio checo
Proverbio checo
Que ahí fuera hay una crisis moral paralela a la económica no hay ni que decirlo. Abuso de los recursos del Estado, analfabetismo funcional (eterno amigo del politico de "la casta", eterno lastre para la ciudadanía), modas frívolas cada vez más arraigadas y seguidas por la gente sin cuestionarse a dónde les lleva Internet o el Vanity Fair (cuyo culmen ha sido alcanzado por el llamado "ice bucket challenge"), preocupaciones chorras que podrían plasmarse con el meme "First World Problems"... Contra todo pronóstico, en lugar de hacer entre todos una sociedad mejor, creamos una sociedad que, si bien no es tan hipócrita como antes, es mucho más despótica con la gente que no cumple sus estándares, basados en una imitación mala, cutre y tardía del llamado American Way Of Life.
Creo que sería interesante que leáis lo que puse en mi entrada La patológica libertad del "Occie" para entender parte de la linea de pensamiento que desarrollo (aunque no es necesario). Antes la sociedad se regía por aquella conocida frase "virtudes públicas, vicios privados". En la Europa democrática y supuestamente "progre" de los setenta, si bien por la mañana se manifestaban contra el régimen del general Franco, por la tarde se ponían en comités a dar los llamados "visados de censura" a las películas, tal y como hace la Congregación para la Doctrina de la Fe (otrora Santo Oficio) para citar el índice de Obras de Arte prohibidas. Sociedad hipócrita, con valores en decadencia y con ideas nuevas en movimiento e incluso en acción. La gente se reunía a hablar, a debatir, a sacar enfrentamientos entre qué es vicio y qué es virtud. ¿Los pobres eran pobres por elección o por desgracia? ¿Es moralmente aceptable que una chica llegara "estrenada" al matrimonio? ¿Está bien ser ateo? ¿Era el marxismo el demonio? ¿El tabaco era perjudicial para la salud? ¿Si se curaba uno, era por que el Eterno quería o porque el médico acertó de pleno?
Todo eso era discutido en aquella época en que se podía fumar en el plató de Televisión Española en encarnizadas trifulcas dialécticas con dos protagonistas: En un lado, señores de traje de chaqueta acompañados de sus bellas, distinguidas y remilgadas señoras, también en traje de chaqueta (con falda eso sí) y con crucifijo de plata al cuello, más sumisas que O tras pasar por el castillo de Roissy y que de abrir la boca, repetían alguna frase que habían oído del púlpito el domingo. Debatían contra parejas jóvenes "en pecado", vestidos a la moda y enamorados de la moda juvenil, con tejanos, camisas bonitas y trencas los chicos; y chicas con blusas ceñiditas y pantalones vaqueros pitillo. Y terminaron imponiendo su visión del mundo contraria a la sociedad hipócrita en la que crecieron. Esos tertulianos que hoy serían unos seres muy normales, eran nuestros padres.
Hasta bien entrados los ochenta, ambas visiones se enfrentaron. Pero poco a poco, la contestación de una generación se iba apagando: nuevos tiempos, nueva tecnología, nuevos modos de ver la vida, viejos vicios que ahora no eran tan depravados y que incluso gozaban de aprobación social... Una nueva sociedad hipócrita se empieza a engendrar. La visión de la postguerra mundial tenía, tardíamente, su victoria. Ya no se miraba las ideas, la visión del mundo, los proyectos de futuro. Se miraba el vestir, el coche, las ruedas que le ponías, dónde y qué comprabas. Los pubs de música tranquila y de charlas larguísimas para arreglar el mundo cerraban, dando paso a discotecas, salas de fiestas... Lugares que no son precisamente para hablar, sino para presumir y aparentar lo que uno quizás no es. Aquellos señores trajeados tuvieron su victoria, aunque ahora llevara permanente, tacones de aguja y fuera pintada como una puerta, en lugar de ser bella, pero sobria, casta y virginal o repeinada con la raya en medio con jersey de pico, pantalones de tergal y zapatos de "chúpame la punta".
La actual sociedad hipócrita (menos que su sociedad matriz, pero también muy hipócrita a su modo) es una sociedad que, si bien su matriz vilipendió la dictadura del proletariado y ridiculizó la influencia americana, aprendió rápido las mañas del Pacto de Varsovia y del llamado Mundo Libre. Es una sociedad programada para destruir cualquier reducto de aquella a la que en los setenta y ochenta se enfrentó. Resurgida de sus cenizas, es una sociedad que invade con marketing, consumismo feroz, propaganda sociopolíticocomercial, personajes maniqueos que parecen fabricados en una cadena de montaje... Critica la hipocresía cuando en su genoma tiene la hipocresía insertada. Tiene el control mental de la población, tal y como lo tiene la sociedad americana y lo tuvo la sociedad soviética. Eso sí, predica la máxima libertad. Como decía Lenin: Libertad sí, pero ¿para quién? ¿Y para hacer qué? ¿Para el que vive sin pensar en el mañana? ¿Para el que piensa que toda su vida va a tener dieciocho? ¿Para ir de farra y no hacerte preguntas? ¿Para ahogar en alcohol tu alma? ¿Para ganar el mundo y perder el alma? ¿Para hacerle sentir a otro acomplejado porque no tiene tantos músculos como tú? ¿Para someter a los que no piensan como tú? ¿Para convertir los institutos en copias burdas de los americanos?
Desgraciadamente, a eso a quedado reducida la libertad: a seguir los mandatos de la dictadura del qué dirán. Al igual que en las naciones del Pacto de Varsovia y la América con el Comité de Actividades Antiamericanas. Y esa sociedad enferma tiene consecuencias. ¡Curioso ver que una sociedad que cree que ninguno de sus actos tiene consecuencias cause tantos problemas a su alrededor y, en particular, en su seno! Y luego, se regodea subiendo a la red vídeos con testimonios sobre víctimas de bullying o sobrevivientes de intentos de suicidios, cartas de despedida de suicidas que no se sabe si lo lograron, gifs animados de películas amorosas cutres... Y luego son ellos mismos los que han hecho bullying, han practicado formas de discriminación feroces y muchas veces injustificadas, basándose en los mismos (pero con otro nombre) criterios de la sociedad matriz. Y luego... ¡Defensores de los débiles y desvalidos de la existencia! ¡Que no me defiendan, por los clavos de Cristo!
Estamos asistiendo a la sociedad más enferma mentalmente (que no físicamente) que se recuerda. Esa gente es muchas veces víctima de esta sociedad enferma, ansiosa por aparentar en las redes sociales una felicidad que probablemente sea más falsa que un euro de plastilina.
Decidme, ¿es verdadera?
En algunos, sí, porque forman parte del genoma de la matriz. Pero en otros, sus miradas revelan desdicha. Desgracia. Pena. Desean ser libres. Libre para poder hacer lo que en sus corazones desean. Libres para poder decir al cielo que desean de corazón ser amas de casa sin que las llamen beatas del Opus por no ser de ejecutivas agresivas. Libres para poder tener éxito en la vida sin pisar una discoteca. Libres para creer que hay otra cosa en la vida que no es el aparentar, el dinero, o los coches de gran cilindrada. Libres para creer que hay valores, que hay amor, que hay esperanza, que hay pasión, que hay una sociedad en la que no hay caretas ni dobleces.
Ahora, para finalizar esta entrada, quiero que penséis en unas cosas:
Si llevas flores en la cabeza como las modelos rusas, demuestra que también llevas flores en tu interior hablando como los ángeles.
Si te educan para ser un príncipe, recuerda que debes ser ejemplar. Algún día, llevarás un cetro y una corona. Y lo mismo si eres reina
Sigues la moda. No es pecado ni problema. Pero atrévete a crear tu propia moda. ¡Sé original!
Haz que la bondad y el respeto sean trending topic en tu entorno.
Ayuda a quién se sienta perdido a encontrar su camino. Pon tu cultura, tu conocimiento, tu afecto, por muy escasos que sean, al servicio de las personas que para ti valgan la pena.
Nada de "si fuera más guapa y un poco más lista". Todos somos hijos del Señor y todos tenemos luces y sombras. Y tú, en tu pequeña grandeza, eres perfecta y para alguien serás perfecta.
Una cara bonita adornada con un carácter infumable convierten a la mujer más bella en una del montón.
Hay vida más allá de tu último ex. No te acomplejes.
Si quieres hacer cosas de adulto, compórtate como tal.
No reces para cambiar el mundo. Reza para que el mundo no te cambie a ti.
Muchas gracias y buenas noches.