Cuando uno piensa en el laboratorio, a todos se les viene a la cabeza un montón de tipos (mayoritariamente, con gafas) en bata blanca observando y manipulando probetas, fetos, cromosomas, ordenadores... Vuestro amigo Mikeltxo os puede decir que no se aleja mucho de lo que pensáis. Pero muchas veces un laboratorio no es una instalación de alto secreto en la cual no se entra sin antes poner la palma de la mano en un lector y después hacerse un escáner retiniano. A veces el laboratorio es la propia vida. Y mi laboratorio es mi día a día.
Sí, mi guarida se parece a esto, ¿a que mola? (risas)
Todos los días estoy expuesto a una inmensa fauna humana que puebla una ciudad normal, de tamaño normal, sin nada que destacar y sin nada que reseñar. Es la fauna que creo que la mayoría de las veces todo ser humano tiene que tratar en alguna ocasión. Niñas ricas, hombres de hielo, santas, zorras, buenazos, dioses de "me la suda"... De todo un poco. Pero lo difícil de ese trato, de esa supervivencia diaria, es hacerlo sin una base emocional. Ese es el viaje que me mueve. Ese es mi mayor experimento. Mi vida es mi laboratorio.
Cuando se tienen dificultades para relacionarse con los demás(conocidas como síndrome de Asperger o autismo de elevada capacidad) se tienden a aprender las dotes de relación a palos. Y sí, aprendí a palos las relaciones sociales, el como comportarse. Pero, recordando la máxima aquella de que para romper las reglas éstas han de ser dominadas, y creyendo que yo domino esas reglas, conociendo cada consecuencia de mis actos, he optado por empezar a juguetear con ellas, como si fueran mis esclavas. Divertido, ¿verdad? Más divertido es cuando transformas tu carácter a tu antojo para conseguir lo que quieres: ¿Un beso? Vuélvete dulce y suave como un gato. ¿Poder? Sé autoritario como un Zar de Todas Las Rusias. ¿Amistad? Sé bondadoso con quien de verdad merece la pena. ¿Sexo? Eso está por descubrir y probablemente, no lo descubra. ¿Romance? ¿Qué es eso? ¡Yo soy científico! ¡No bardo ni descendiente de Almeida Garrett! Yo creo en los hechos. Y eso no existe salvo en la ficción. Además... creo que necesitaría cooperación para descubrir si el amor existe... Aunque creo que es difícil con alguien tan intratable como un servidor.
Tarde o temprano tendríais que descubrir que clase de persona soy. Pero no os sintáis utilizados, ya que todos hemos utilizado a la gente, aunque no nos hayamos dado cuenta. Y como todo en esta vida tiene un precio, a cambio de poder juguetear con la personalidad de los demás, he tenido que dar mi capacidad de amar, mis sentimientos hacia los demás y parte de mi humanidad. No es un precio bonito, pero es cierto: jamás conoceré a la mujer que me ame, jamás caeré bien a la gente, jamás seré interesante para nadie, salvo para un psicoanalista; jamás no conoceré el amor, el sexo...
Jamás me realizaré como ser humano. Como ser intelectual será posible, pero no como ser humano.
Espero que sepáis perdonar a este pobre ser carente de sentimientos. En cierto modo, os quiero. Formáis parte de mi vida. Sé que tenéis voluntad, sentimientos, amores, desamores, sexo, dulzura, cariño... Dejad que me lleve yo el dolor, la traición, la soledad, el celibato, la aspereza... Es justo, ¿no?
¡Y éstos tampoco son plan! ¡Es una trampa mortal para nuestra sociedad!
Hemos llegado al punto que todos esperábamos: Las encuestas hablan por sí solas. La hegemonía del Partido Popular no ha ayudado apenas en nada en España, más bien al contrario, ya que se han dedicado a realizar un calco del programa del Partido Socialista Obrero Español , se va a acabar. En nuestro país se notan las subidas de impuestos, los vicios de los politicastros, el empobrecimiento de la nación y los siete millones de parados, unas cifras que superan con creces el 22% de paro del gobierno socialista de Felipe González. El PP sabe de sobra que no va en la buena dirección, que ha traicionado a sus votantes, que han sido la inmensa clase media española, una clase media que quiere que se le reduzcan los impuestos, que se persiga a los delincuentes y que se construyan puestos de trabajo para los españoles. Pero el Gobierno popular encabezado por Mariano Rajoy ha optado por emplear la táctica del que oye llover y se ha pasado las promesas de los españoles por el arco del triunfo. Les parecerá bonito, ¿no? Pues esto no se ha acabado.
Vuelvo a insistir en la frase del principio del anterior párrafo: El PP y su poder absoluto, el poder que ningún partido en España ha tenido nunca en sus manos, ha sido usado para el mal, y las encuestas son fiel reflejo de esto: El PP puede perder alrededor de 70 escaños siendo muy pesimistas y de 40 siendo optimistas. Con esto, los populares perderían la mayoría de la cámara baja (de 186 de 350 asientos a 146/116 de 350). Pero su rival más directo no es otro que los socialistas de Rubalcaba, que seguirían en caída libre. ¿Pero cómo demonios gobernaría el PSOE siguiendo cayendo en picado, os preguntaréis? Pues pactando con los herederos más directos de Marx, Lenin, y de José Stalin: ¡La Izquierda Unida, esa coalición formada por el Partido Comunista de España y otros grupúsculos rojeras de medio pelo que no pintan nada dentro de la coalición!
Sí, eso es lo que se nos viene encima. Una coalición de socialdemócratas golfos con comunistas más asentados en el capitalismo que los tenderos. ¡Menudo plan! De Guatemala a Guatepeor.
Entonces en este momento va a salir alguien diciendo... "¡Hay que evitar que el comunismo se haga fuerte en España! ¡Votemos en masa al PP! ¡Ellos serán la barrera contra el materialismo dialéctico!".
¡Muy aguda, lady Thatcher!
A eso se agarra como un clavo Mariano Rajoy. Se trata de una jugada suicida muy propia de él. Él sería capaz de rescatar el fantasma de la guerra fría para poner posters como el que puse al comienzo del artículo. El PP, convertido en la Democracia Cristiana italiana, sería un partido corrupto y carente de Dios, pero a cambio derrotaría con su escudo cruzado a los materialistas dialécticos que pretenden imponer la dictadura del proletariado. Esa es la última esperanza de Mariano Rajoy Brey: Ganar unas elecciones generando miedo y odio contra el comunismo. Una jugada que desgraciadamente para él y no sé si afortunadamente para el resto de los españoles no le va a salir bien. Sea como sea, es casi seguro que el PP será la oposición y el PSOE y la IU van a acabar gobernando este país a pachas.
Y si tan inevitable es, ¿debemos temer la implantación del poder popular? Lady Thatcher responde...
¡Pues claro que no! Estos señores no van a hacer nada que implique una transición hacia el socialismo. Los políticos del PSOE y de la IU saben que están atados de pies y manos tanto por su pueblo como de los mercados. Cualquier intento de transición al socialismo puede evitar que los grandes inversores del mundo introduzcan su dinero en España y, por consiguiente, se empobrezca el país. Eso por un lado. Pero insisto, están atados de pies y manos por su pueblo, también. Y por su pueblo me refiero a sus votantes, en particular de Izquierda Unida. Los políticos suyos no van a poder realizar nada más que dos cosas folklóricas para contentar a su electorado, como puede ser la despenalización de la marihuana, la legalización de la eutanasia, y el aborto libre hasta el sexto mes de embarazo, siendo ésta última una cosa que hará que ocupemos en gran medida las homilías del Papa Francisco, y no precisamente en su tono más moderado y conciliador, sino en unos términos más bien próximos al fundamentalista Monseñor Lefevre. Y eso es sólo el principio.
Hace poco leí por ahí que el gasto antidisturbios va a aumentar. El que crea que con IU y con el PSOE va a bajar se equivoca. En cuanto vean que la implantación del socialismo no se efectuará, se rebelarán contra "su" gobierno y empezará una represión digna de la Gestapo. Por esta razón y otras más, no debemos tener miedo a ese futuro, tan horrible, que puede ser un rayo de esperanza para la sociedad. Buenas noches.
Esa es la mayor reflexión que he hecho en mi vida. Sí, fuera del plano académico, no soy el hombre ejemplar que cabría ser: Soy caprichoso, voluble, iracundo, mordaz, manipulador. Sí, lo confieso, soy el perfecto actor. Pero realmente soy todo eso. Un lobo solitario amigo de sus pocos amigos, pero dispuesto a todo por conseguir lo que deseo.
El lobo solitario que habita en mí ha despertado. Me exige que me encierre en mí mismo, que no muestre ni una emoción en el exterior, ni una sonrisa, salvo una mueca que es 50% sonrisa, 50% desdén. Sí, ese lobo se alimenta de eso. Y todo lo que he estado haciendo y predicando este verano va en esta dirección: Hola a todos, soy el lobo solitario, si sois buena gente y me aceptáis como soy, cojonudo; de lo contrario, rompo relaciones con vosotros. Más vale solo que mal acompañado.
Me cuesta pensar en los demás. Me cuesta mucho. Me he visto obligado a renunciar a la posibilidad de encontrar pareja, debido a que lo único que quiero es sentir placer sexual, no romanticismo falso y barato en el que realmente no creo y que cada vez detesto más. No quiero quedar bien ante un grupo de gente que evidentemente me cae como un balazo en el vientre y que el aparato del Estado me obliga a estar. Quiero vivir mi vida. Quiero estar a mi aire. Quiero que me devuelvan mi vida. Quiero vivir como quiera, salir con quien quiera, estudiar mi carrera y desaparecer del mapa cuanto antes. Quiero que el mundo me olvide, quiero que mi vida se resuelva cuanto antes y pueda vivirla en paz, tal y como venga. Quiero dormir en una casa fría y solitaria y las guardias de los peores días y a las peores horas. ¿Nadie entiende que tengo vocación de ermitaño de la red? ¿Nadie entiende que estoy harto del mundo de falsas luces que nos rodea? ¿No entiende nadie que la mayoría de mujeres no me interesa para algo más que un coito salvaje? ¿No entiende nadie que la mayoría de la gente me es indiferente? ¿Es que nadie entiende que estoy muerto en vida? No, no lo entiende nadie.
La sensación de estar muerto en vida es placentera a su manera. Te vuelves más crítico, más frío, ves la vida desde el otro lado, te relacionas con quien merece la pena, te conoces a tí mismo... Y aceptas tus limitaciones. Empiezas a ver que todo lo que un hombre sueña no sirve de nada y que todo eso son sueños fútiles. ¿Quién podría (a) amar un tronco muerto? ¿Quién querría estar de lado de un lobo que te lame, pero que te puede morder? ¿Quién aceptaría a Dios y al Diablo encarnados en un mismo ser en su vida?
Este post va dedicado con cariño al pueblo del Reino Unido de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. ¡Dios salve a la Reina!
En 1982, en un país muy lejano del cono sur llamado Argentina, había un régimen militar conocido por el gran cariño que los Americanos le profesaban y por la contundencia de sus métodos a la hora de acabar con los opositores que los milicos llamaron "los subversivos". Desde el golpe de 1976, el régimen argentino había tenido cierta popularidad entre las gentes de la calle: les había salvado de una incipiente revolución marxista cosa que había provocado la salida de millones de argentinos a la calle para celebrarlo, les había dado un Mundial de Fútbol que había ganado también la selección anfitriona y les había dado paz y tranquilidad, dado que el régimen había borrado a los elementos más peligrosos de la sociopolítica austral, como el ERP y los Montoneros.
Sin embargo, todo lo que sube tiene que bajar. Y en 1982, Argentina sufría una terrible crisis económica y un repunte (nimio, comparado con 22000 bombas en de los 6 años previos al inicio del Proceso de Reorganización Nacional) del terrorismo de ERP y Montoneros. La Junta Militar, que entonces era liderada por el Almirante Leopoldo Galtieri, se reunió un buen día para buscar soluciones al cataclismo. Entonces, en aquella reunión de caras largas, conscientes de que las organizaciones pro-derechos humanos les detestaban, de que su gente empezaba a dudar de que el totalitarismo les pudiera solventar la papeleta económica, de que los opositores aparecían como setas, alguien tuvo la ¿feliz? idea de dar a sus paisanos una epopeya nacional que, de haberles salido bien, les habría perpetuado en el poder a día de hoy, y no por la dureza de sus métodos, sino por la gran popularidad entre sus ciudadanos. ¿Os imagináis hoy una Argentina gobernada por el Almirante Luis Eduardo Rossi o la General de Aviación María Alejandra Blava Sottil -Los tiempos cambian- acompañados un poderoso directorio militar adorado y arropado por la mayoría de sus ciudadanos y detestado por una minoría? Hubiera sido posible si por las escasamente imaginativas cabezas de los milicos no hubiera pasado la feliz idea de invadir las Islas Malvinas, a sabiendas de que el ejército británico llevaba los 50 años previos entrando constantemente en combate y el argentino hacía 150 que no luchaba en serio. Y más posible aún si, ya que iban, hubieran ganado a los ingleses.
Los protagonistas de aquella epopeya nacional para los argentinos eran hombres de acción, hombres cuyo amor a su país no estaba puesto en duda. En sus cabezas sólo había una cosa: Argentina, Argentina y Argentina. La diferencia era que ellos no ganaron y se tuvieron que volver al continente con las orejas gachas tras una derrota militar propiciada por la nueva superpotencia europea. Unos meses después, el régimen fue consciente de lo que todo dictador que conozca el verdadero significado de la figura romana de la dictadura debe conocer: su gobierno jamás será eterno. Y cuanto antes le ponga fin, mejor recordado será y más rápido habrá hecho su trabajo de estabilizar el país y rendir cuentas al pueblo soberano.
Estamos hoy en 2013. Hace ya 31 años ya de los conflictos bélicos entre el Reino Unido y la Argentina. Muchos de aquellos aguerridos militares argentinos murieron de viejos o en las prisiones de su país, ahora gobernado, para bien o para mal, por una casta de "ingratos" (por llamarles algo) herederos directos de todo aquello que la Junta Militar creía que no era positivo para su país. Estos "ingratos" eran inconscientes de que, de no haber habido un golpe, la redemocratización de la Argentina se hubiera saldado en sangre y otro golpe hubiera sido necesario, ante la incipiente escalada de violencia que llevara a una guerra civil. Pero hoy estamos ante otro escenario distinto, pero a la vez muy parecido. Un escenario en el que los hombres de hombreras y galones han pasado a la historia y los protagonistas ahora son los hombres con traje anodino y mustio corbatín.
Esta vez, el conflicto con los británicos lo tiene, por enésima vez, los que fueran los señores de aquellas prósperas tierras del Cono Sur: Los españoles. Pero no todos los españoles. Y es una trampa psicológica que todos debemos evitar caer.
Nos gobierna un hombre que nada, repito, NADA tiene que ver con los militares argentinos: Estamos hablando de un hombre que vive acomplejado por una oposición que le chulea, una señora llamada Ada Colau y unas encuestas de popularidad las cuales diagnostican que su partido, el Partido Popular (PP) perderá alrededor de 70 escaños y que apuntan a que el próximo gobierno de los españoles será una coalición socialdemócrata-comunista, un aborto el cual no me termino de explicar, teniendo en cuenta que los socialdemócratas verdaderos y los comunistas verdaderos se llevan a palos. El protagonista de esta historia no es otro que Mariano Rajoy Brey, el presidente del Gobierno de España.
En este año 2013, el gobierno del PP liderado por Mariano ha dado caña como ningún otro a la máquina de perder votos. El PP tiene en sus manos el destino de un país el cual ha superado el paro de la época del socialista Felipe Gonzalez (si bien en nuestra benevolencia podríamos decir que parte del desastre viene del gobierno socialista de Zapatero), con un 27% de paro y más de 6 millones de parados en todo el país, en el cual los hospitales públicos te hacen gratis una operación de cambio de sexo pero se desentienden a la hora de curarte una muela cariada que no te deja dormir durante días o borrar para siempre de esa miopía que te impide ser piloto de linea aérea. Un país en el que las escuelas públicas están más preocupadas de dejar mal al anterior Jefe del Estado Español y de esclavizar a los que no quieren estudiar que de exigir que la educación obligatoria se rebaje a los 12 años, cosa que me parece razonable sabiendo que nuestro país es el hazmerreir educativo de toda Europa.
La España del PP de Mariano Rajoy es un país encabezado de un Gobierno que se ríe de su electorado, que es la inmensa clase media de este país, la cual confió en Mariano para salvar los servicios públicos, bajar los impuestos, barrer a los corruptos del mapa, plantar cara al separatismo incipiente, y, sobre todo, para evitar que se nos rescate o, peor aún, que se nos obligue a pagar una deuda que ellos mismos sabe que nosotros sabemos que no podemos pagar y que, de imponerse la cabezonería de los banqueros germanos, nuestros nietos tendrían que seguir pagando, y dando gracias a ese Dios todopoderoso que tengo creencia absoluta de que habla español, pero es de cualquier sitio menos de la piel de toro, de no verse en la miseria como el pueblo griego, el cual veo cada vez más cercano a convertir su país en el macroprostíbulo de la Unión Europea para pagar los delirios de una casta política tan corrupta como la española.
Desgraciadamente, Mariano no ha cumplido ni uno sólo de sus objetivos: Los servicios públicos se convierten en propios del África negra cuando nuestra presión fiscal es de 3, siendo igual o superior a la de Dinamarca. Mariano no ha enjuiciado la corrupción, sino que se ha dedicado a hacer cambios de cromos, absolviendo al conceto de corruto del ex-Ministro de Fomento (que debiera entregar su ata de diputado por Lugo) para ahora que la oposición no le monte pollo para cuando intente absolver a su colegui de corruptelas y amigacho del alma Bárcenas.
Y ahora se preguntarán: ¿esto lo sabe su pueblo? ¡Pues claro! ¡Tenemos al paladín del periodismo de investigación, Pedro J. Ramirez, para contárnoslo, un periódico que se definía como El Diario Independiente de la Mañana (recordemos: de la tarde, no, que es el vocero oficial del Gobierno) que es El País, al tío más peligroso de España con un micrófono de radio en las manos, que es Federico Jimenez Losantos (hombre que habla como si fuera el más iracundo de los predicadores evangélicos y que descarga su ira a derechistas e izquierdistas) y luego... luego...
Están los pelotas del Gobierno, unos sujetos DELEZNABLES capaces de inventarse monstruos (vease arriba la parodia de la portada de La Razón) para lamerle el culo bien lamido a un Gobierno que les garantiza la continuidad de la subvención lentejera que les impide mandar a un montón de familias al paro.
Y ahora os preguntaréis: ¿cómo es que no estalla esto en mil pedazos? ¿Cómo es que no han proclamado los catalanes, los gallegos y los vascos unilateralmente su independencia, sino que están chupando de la teta de la gran Castilla, que es como el cuento de la buena pipa que nunca se acaba? Pues muy sencillo. Damas y caballeros, les presento el lema nacional de la inmensa mayoría de los españoles...
Sí. El pueblo español es lanar hasta límites insospechados que hacen que el pobre Philosoraptor tenga que hacer esa demostración elevada de lógica que resume lo que en todos los lugares del mundo piensan de nosotros. El pueblo español y el irlandés se parecen en mucho a nivel de personalidad: juerguistas, vagos, y a veces, terriblemente gilipollas. Lo más diferenciador con esa maravillosa pronunciación de los celtas es que nosotros somos más ricos, peores católicos y peores patriotas que los irlandeses. Supongo que por algo Hitler se enchochó de los celtas y los consideró racialmente a la altura de los arios.
Pero... si en España hay médicos, maestros, universidades... ¿Cómo es eso si somos tan imbéciles? Pues muy sencillo: La inmensa mayoría son como los incorpóreos del videojuego Kingdom Hearts: si esos ansían un corazón para estar completos, la mayoría de los españoles necesitan un cerebro para estar completos. El problema es que esto no lo pueden tener sin cometer un asesinato, así que se dedican a putear a los que quieren trabajar, son listos, tienen buena cabeza, tienen las ideas más claras o simplemente pasan del modo de vida decadente de las clases medias populares españolas. En ese aspecto, no se quieren esforzar para ser mejores y trabajar duramente. Es decir: Genios hay, pero no pueden salir del gueto.
Esta es la realidad con la que capea el gobierno español de Mariano Rajoy. Pero cada vez España está mejor informada. Cada vez los genios se atreven a salir de su madriguera y clamara que el país ignorante empieza a alfabetizarse. Y sus primeras palabras escritas no las han aprendido precisamente en el Ateneo Libertario, sino en la televisión, en la radio, en los periódicos, en internet. El país ignorante empieza a aprender política, pero de la mano de pedagogos sin experiencia, como Pablo Iglesias (el presentador de La Tuerka en TeleK), Ada Colau, Cayo Lara, Maores de Cospedal, Pepiño Blanco, Rubalcaba... Vamos, nada que ver con Ramón y Cajal ni con Juan Negrín.
Pero Mariano quiere dar su último y más chapucero salto al vacío: y ese salto al vacío lo realiza metiéndose con los ingleses, tratando de desviar la atención de todos los problemas que acucian a España. Y el territorio es Gibraltar. Franco cerró la verja. Los socialistas la abrieron. Los llanitos se creyeron que podían hacer lo que les diera la gana y ahora quieren expandir los terrenos del Peñón. Cuando lo fácil sería cerrarles la verja otra vez y que tuvieran que reabastecerse por mar y renunciar a la peña formalmente, Mariano se acobarda y, aunque esta vez va con la fuerza de la razón, pero carga contra el enemigo equivocado. Lo ideal sería que fuera a Europa y allí le darían la razón y los gibraltareños retirarían los bloques de hormigón de mil amores. Pero... corre el riesgo de que se rían en su cara y dejen que los "Britiz" hagan lo que quieran. Y teniendo en cuenta lo que está haciendo con su país ¿quién putas tomaría enserio las amenazas de cerrar la verja -que Mariano I "el -risas- Bravo" jamás hará- de un país que es la vergüenza de Europa y de Occidente? ¡NADIE!
En resumen, sólo diré una cosa: Los ingleses nos pueden joder con estas pariditas... Pero ellos ahora llevan la supremacía moral. Nada más y hasta la próxima entrada.