martes, 13 de agosto de 2013

No soy ninguna joya: soy un muñeco autómata muerto en vida.

Esa es la mayor reflexión que he hecho en mi vida. Sí, fuera del plano académico, no soy el hombre ejemplar que cabría ser:  Soy caprichoso, voluble, iracundo, mordaz, manipulador. Sí, lo confieso, soy el perfecto actor. Pero realmente soy todo eso. Un lobo solitario amigo de sus pocos amigos, pero dispuesto a todo por conseguir lo que deseo.

El lobo solitario que habita en mí ha despertado. Me exige que me encierre en mí mismo, que no muestre ni una emoción en el exterior, ni una sonrisa, salvo una mueca que es 50% sonrisa, 50% desdén. Sí, ese lobo se alimenta de eso. Y todo lo que he estado haciendo y predicando este verano va en esta dirección: Hola a todos, soy el lobo solitario, si sois buena gente y me aceptáis como soy, cojonudo; de lo contrario, rompo relaciones con vosotros. Más vale solo que mal acompañado.

Me cuesta pensar en los demás. Me cuesta mucho. Me he visto obligado a renunciar a la posibilidad de encontrar pareja, debido a que lo único que quiero es sentir placer sexual, no romanticismo falso y barato en el que realmente no creo y que cada vez detesto más. No quiero quedar bien ante un grupo de gente que evidentemente me cae como un balazo en el vientre y que el aparato del Estado me obliga a estar. Quiero vivir mi vida. Quiero estar a mi aire. Quiero que me devuelvan mi vida. Quiero vivir como quiera, salir con quien quiera, estudiar mi carrera y desaparecer del mapa cuanto antes. Quiero que el mundo me olvide, quiero que mi vida se resuelva cuanto antes y pueda vivirla en paz, tal y como venga. Quiero dormir en una casa fría y solitaria y las guardias de los peores días y a las peores horas. ¿Nadie entiende que tengo vocación de ermitaño de la red? ¿Nadie entiende que estoy harto del mundo de falsas luces que nos rodea? ¿No entiende nadie que la mayoría de mujeres no me interesa para algo más que un coito salvaje? ¿No entiende nadie que la mayoría de la gente me es indiferente? ¿Es que nadie entiende que estoy muerto en vida? No, no lo entiende nadie.

La sensación de estar muerto en vida es placentera a su manera. Te vuelves más crítico, más frío, ves la vida desde el otro lado, te relacionas con quien merece la pena, te conoces a tí mismo... Y aceptas tus limitaciones. Empiezas a ver que todo lo que un hombre sueña no sirve de nada y que todo eso son sueños fútiles. ¿Quién podría (a) amar un tronco muerto? ¿Quién querría estar de lado de un lobo que te lame, pero que te puede morder? ¿Quién aceptaría a Dios y al Diablo encarnados en un mismo ser en su vida?

¿Quién?

No hay comentarios:

Publicar un comentario