miércoles, 7 de agosto de 2013

Las Malvinas de Rajoy o cómo quedar como un pelele ante Occidente. (El conflicto actual de Gibraltar contado de los Españoles para nuestros vecinos europeos, los muy Nobles Hijos de la Gran Bretaña)

Este post va dedicado con cariño al pueblo del Reino Unido de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. ¡Dios salve a la Reina!





En 1982, en un país muy lejano del cono sur llamado Argentina, había un régimen militar conocido por el gran cariño que los Americanos le profesaban y por la contundencia de sus métodos a la hora de acabar con los opositores que los milicos llamaron "los subversivos". Desde el golpe de 1976, el régimen argentino había tenido cierta popularidad entre las gentes de la calle: les había salvado de una incipiente revolución marxista cosa que había provocado la salida de millones de argentinos a la calle para celebrarlo, les había dado un Mundial de Fútbol que había ganado también la selección anfitriona y les había dado paz y tranquilidad, dado que el régimen había borrado a los elementos más peligrosos de la sociopolítica austral, como el ERP y los Montoneros.

Sin embargo, todo lo que sube tiene que bajar. Y en 1982, Argentina sufría una terrible crisis económica y un repunte (nimio, comparado con 22000 bombas en de los 6 años previos al inicio del Proceso de Reorganización Nacional) del terrorismo de ERP y Montoneros. La Junta Militar, que entonces era liderada por el Almirante Leopoldo Galtieri, se reunió un buen día para buscar soluciones al cataclismo. Entonces, en aquella reunión de caras largas, conscientes de que las organizaciones pro-derechos humanos les detestaban, de que su gente empezaba a dudar de que el totalitarismo les pudiera solventar la papeleta económica, de que los opositores aparecían como setas, alguien tuvo la ¿feliz? idea de dar a sus paisanos una epopeya nacional que, de haberles salido bien, les habría perpetuado en el poder a día de hoy, y no por la dureza de sus métodos, sino por la gran popularidad entre sus ciudadanos. ¿Os imagináis hoy una Argentina gobernada por el Almirante Luis Eduardo Rossi o la General de Aviación María Alejandra Blava Sottil -Los tiempos cambian- acompañados un poderoso directorio militar adorado y arropado por la mayoría de sus ciudadanos y detestado por una minoría? Hubiera sido posible si por las escasamente imaginativas cabezas de los milicos no hubiera pasado la feliz idea de invadir las Islas Malvinas, a sabiendas de que el ejército británico llevaba los 50 años previos entrando constantemente en combate y el argentino hacía 150 que no luchaba en serio. Y más posible aún si, ya que iban, hubieran ganado a los ingleses.

Los protagonistas de aquella epopeya nacional para los argentinos eran hombres de acción, hombres cuyo amor a su país no estaba puesto en duda. En sus cabezas sólo había una cosa: Argentina, Argentina y Argentina. La diferencia era que ellos no ganaron y se tuvieron que volver al continente con las orejas gachas tras una derrota militar propiciada por la nueva superpotencia europea. Unos meses después, el régimen fue consciente de lo que todo dictador que conozca el verdadero significado de la figura romana de la dictadura debe conocer: su gobierno jamás será eterno. Y cuanto antes le ponga fin, mejor recordado será y más rápido habrá hecho su trabajo de estabilizar el país y rendir cuentas al pueblo soberano.




Estamos hoy en 2013. Hace ya 31 años ya de los conflictos bélicos entre el Reino Unido y la Argentina. Muchos de aquellos aguerridos militares argentinos murieron de viejos o en las prisiones de su país, ahora gobernado, para bien o para mal, por una casta de "ingratos" (por llamarles algo) herederos directos de todo aquello que la Junta Militar creía que no era positivo para su país. Estos "ingratos" eran inconscientes de que, de no haber habido un golpe, la redemocratización de la Argentina se hubiera saldado en sangre y otro golpe hubiera sido necesario, ante la incipiente escalada de violencia que llevara a una guerra civil. Pero hoy estamos ante otro escenario distinto, pero a la vez muy parecido. Un escenario en el que los hombres de hombreras y galones han pasado a la historia y los protagonistas ahora son los hombres con traje anodino y mustio corbatín.

Esta vez, el conflicto con los británicos lo tiene, por enésima vez, los que fueran los señores de aquellas prósperas tierras del Cono Sur: Los españoles. Pero no todos los españoles. Y es una trampa psicológica que todos debemos evitar caer.

Nos gobierna un hombre que nada, repito, NADA tiene que ver con los militares argentinos: Estamos hablando de un hombre que vive acomplejado por una oposición que le chulea, una señora llamada Ada Colau y  unas encuestas de popularidad las cuales diagnostican que su partido, el Partido Popular (PP) perderá alrededor de 70 escaños y que apuntan a que el próximo gobierno de los españoles será una coalición socialdemócrata-comunista, un aborto el cual no me termino de explicar, teniendo en cuenta que los socialdemócratas verdaderos y los comunistas verdaderos se llevan a palos. El protagonista de esta historia no es otro que Mariano Rajoy Brey, el presidente del Gobierno de España.

En este año 2013, el gobierno del PP liderado por Mariano ha dado caña como ningún otro a la máquina de perder votos. El PP tiene en sus manos el destino de un país el cual ha superado el paro de la época del socialista Felipe Gonzalez (si bien en nuestra benevolencia podríamos decir que parte del desastre viene del gobierno socialista de Zapatero), con un 27% de paro y más de 6 millones de parados en todo el país, en el cual los hospitales públicos te hacen gratis una operación de cambio de sexo pero se desentienden a la hora de curarte una muela cariada que no te deja dormir durante días o borrar para siempre de esa miopía que te impide ser piloto de linea aérea. Un país en el que las escuelas públicas están más preocupadas de dejar mal al anterior Jefe del Estado Español y de esclavizar a los que no quieren estudiar que de exigir que la educación obligatoria se rebaje a los 12 años, cosa que me parece razonable sabiendo que nuestro país es el hazmerreir educativo de toda Europa.

La España del PP de Mariano Rajoy es un país encabezado de un Gobierno que se ríe de su electorado, que es la inmensa clase media de este país, la cual confió en Mariano para salvar los servicios públicos, bajar los impuestos, barrer a los corruptos del mapa, plantar cara al separatismo incipiente, y, sobre todo, para evitar que se nos rescate o, peor aún, que se nos obligue a pagar una deuda que ellos mismos sabe que nosotros sabemos que no podemos pagar y que, de imponerse la cabezonería de los banqueros germanos, nuestros nietos tendrían que seguir pagando, y dando gracias a ese Dios todopoderoso que tengo creencia absoluta de que habla español, pero es de cualquier sitio menos de la piel de toro, de no verse en la miseria como el pueblo griego, el cual veo cada vez más cercano a convertir su país en el macroprostíbulo de la Unión Europea para pagar los delirios de una casta política tan corrupta como la española.

Desgraciadamente, Mariano no ha cumplido ni uno sólo de sus objetivos: Los servicios públicos se convierten en propios del África negra cuando nuestra presión fiscal es de 3, siendo igual o superior a la de Dinamarca. Mariano no ha enjuiciado la corrupción, sino que se ha dedicado a hacer cambios de cromos, absolviendo al conceto de corruto del ex-Ministro de Fomento (que debiera entregar su ata de diputado por Lugo)  para ahora que la oposición no le monte pollo para cuando intente absolver a su colegui de corruptelas y amigacho del alma Bárcenas.

Y ahora se preguntarán: ¿esto lo sabe su pueblo? ¡Pues claro! ¡Tenemos al paladín del periodismo de investigación, Pedro J. Ramirez, para contárnoslo, un periódico que se definía como El Diario Independiente de la Mañana (recordemos: de la tarde, no, que es el vocero oficial del Gobierno) que es El País, al tío más peligroso de España con un micrófono de radio en las manos, que es Federico Jimenez Losantos (hombre que habla como si fuera el más iracundo de los predicadores evangélicos y que descarga su ira a derechistas e izquierdistas) y luego... luego...




Están los pelotas del Gobierno, unos sujetos DELEZNABLES capaces de inventarse monstruos (vease arriba la parodia de la portada de La Razón) para lamerle el culo bien lamido a un Gobierno que les garantiza la continuidad de la subvención lentejera que les impide mandar a un montón de familias al paro.

Y ahora os preguntaréis: ¿cómo es que no estalla esto en mil pedazos? ¿Cómo es que no han proclamado los catalanes, los gallegos y los vascos unilateralmente su independencia, sino que están chupando de la teta de la gran Castilla, que es como el cuento de la buena pipa que nunca se acaba? Pues muy sencillo. Damas y caballeros, les presento el lema nacional de la inmensa mayoría de los españoles...

Sí. El pueblo español es lanar hasta límites insospechados que hacen que el pobre Philosoraptor tenga que hacer esa demostración elevada de lógica que resume lo que en todos los lugares del mundo piensan de nosotros. El pueblo español y el irlandés se parecen en mucho a nivel de personalidad: juerguistas, vagos, y a veces, terriblemente gilipollas. Lo más diferenciador con esa maravillosa pronunciación de los celtas es que nosotros somos más ricos, peores católicos y peores patriotas que los irlandeses. Supongo que por algo Hitler se enchochó de los celtas y los consideró racialmente a la altura de los arios.

Pero... si en España hay médicos, maestros, universidades... ¿Cómo es eso si somos tan imbéciles? Pues muy sencillo: La inmensa mayoría son como los incorpóreos del videojuego Kingdom Hearts: si esos ansían un corazón para estar completos, la mayoría de los españoles necesitan un cerebro para estar completos. El problema es que esto no lo pueden tener sin cometer un asesinato, así que se dedican a putear a los que quieren trabajar, son listos, tienen buena cabeza, tienen las ideas más claras o simplemente pasan del modo de vida decadente de las clases medias populares españolas. En ese aspecto, no se quieren esforzar para ser mejores y trabajar duramente. Es decir: Genios hay, pero no pueden salir del gueto.

Esta es la realidad con la que capea el gobierno español de Mariano Rajoy. Pero cada vez España está mejor informada. Cada vez los genios se atreven a salir de su madriguera y clamara que el país ignorante empieza a alfabetizarse. Y sus primeras palabras escritas no las han aprendido precisamente en el Ateneo Libertario, sino en la televisión, en la radio, en los periódicos, en internet. El país ignorante empieza a aprender política, pero de la mano de pedagogos sin experiencia, como Pablo Iglesias (el presentador de La Tuerka en TeleK), Ada Colau, Cayo Lara, Maores de Cospedal, Pepiño Blanco, Rubalcaba... Vamos, nada que ver con Ramón y Cajal ni con Juan Negrín.

Pero Mariano quiere dar su último y más chapucero salto al vacío: y ese salto al vacío lo realiza metiéndose con los ingleses, tratando de desviar la atención de todos los problemas que acucian a España. Y el territorio es Gibraltar. Franco cerró la verja. Los socialistas la abrieron. Los llanitos se creyeron que podían hacer lo que les diera la gana y ahora quieren expandir los terrenos del Peñón. Cuando lo fácil sería cerrarles la verja otra vez y que tuvieran que reabastecerse por mar y renunciar a la peña formalmente, Mariano se acobarda y, aunque esta vez va con la fuerza de la razón, pero carga contra el enemigo equivocado. Lo ideal sería que fuera a Europa y allí le darían la razón y los gibraltareños retirarían los bloques de hormigón de mil amores. Pero... corre el riesgo de que se rían en su cara y dejen que los "Britiz" hagan lo que quieran. Y teniendo en cuenta lo que está haciendo con su país ¿quién putas tomaría enserio las amenazas de cerrar la verja -que Mariano I "el -risas- Bravo" jamás hará- de un país que es la vergüenza de Europa y de Occidente? ¡NADIE!

En resumen, sólo diré una cosa: Los ingleses nos pueden joder con estas pariditas... Pero ellos ahora llevan la supremacía moral. Nada más y hasta la próxima entrada.




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