"El suicidio no es abominable porque Dios lo prohiba: Dios lo prohibe porque es abominable"
Immanuel Kant
Conseguir tanto para ahora afrontar tus últimos momentos por voluntad propia. ¿Sacaste tan bien esos estudios para acabar mirando al vacío desde un viaducto? ¿Te divertías tanto para ahora querer morir? ¿Te has dado cuenta de que tu existencia es vacua como la de un vaso vacío? Farándula. Ese es tu nombre y tu pecado. De la farándula naciste, en la farándula creciste y como miembro de la farándula morirás. ¿Cómo mueren los miembros de la farándula, de la vida nocturna obtusa? Pues con el mismo bombo que con que Kurt Cobain se voló la tapa de los sesos, con la misma amargura con que Layne Staley voló al cielo en una pira de huesos en llamas, con el halo de misterio con que Jim Morrison abandonó el mundo. Es la muerte de los elegidos. Es la muerte favorita de los románticos, de los hombres de honor que juraron nunca regresar a las Tierras del Sol Naciente, de los mártires, de los cristianos de las películas de romanos, de los que han sido fuertes demasiado tiempo y la vida les lapida como por mandato de una "fatwa" de barbado ayatolá iraní.
Esa muerte es indigna de alguien que pudiendo haber creado un mundo de verdades se ha llenado de un mundo de mentiras y ahora se da cuenta y quiere mandarlo todo a la mierda.
Ahora te enfrentas a la verdad. Da la vuelta y rehaz toda tu existencia. Tírate y sólo me queda implorar que cuando tu madre muera te meta una paliza en el cielo que te baje de nuevo a la Tierra a vivir lo que te quedaba de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario