Puede haber honor entre ladrones, pero nunca entre políticos.
¿Qué crímenes? Mirad los periódicos. Ahí hablan de robos de joyas muy bien guardadas en casa de ricachos, en museos; de obras de arte cuyo valor es incalculable y las vende al mercado negro por el cuádruple por el que el museo de turno la consiguió. Es burlona, es hermosa. Y se ríe de la policía posando en lencería negra en esa portada de revista de moda. Se mofa de los guardias seduciéndo a la réflex del fotógrafo sarasa que la retrata, lanzándoles miradas arrebatadoras, dulces, pícaras, intelectuales, frías, siendo cada instantánea una provocación. Tenían razón los clérigos: la mujer es fuego. Ella era fuego. Sus manos son milagrosas, tanto para el afortunado que la posea como para conseguir lo que se propone. ¿Diosa? Probablemente. ¿Por qué lo hace?
Para demostrarse a sí misma que no es una muñeca vacía.
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